Baile

Quizás sea el baile  la parte del flamenco que más referencias antiguas tiene, tanto literarias como gráficas.La predisposición al baile de los andaluces se remonta a la milenaria cultura de los tartesos y en general es una afición muy arraigada en todo el ámbito mediterráneo. Ánforas, jarras, vasos, etc, con bajorrelieves y pinturas así lo atestiguan.

baile boleroCon posterioridad aparecen otras referencias a las bailaoras fenicias de Cádiz. Y por supuesto en época romana, como atestigua la cita de más arriba de Juvenal. Una de las principales características del baile flamenco es su plasmación individual, de hecho son pocos los bailes que se realizan en grupos o en parejas, como por ejemplo las sevillanas o algunas alegrías y fandangos y es porque este arte que expresa sentimientos individuales debe ser asumido a la vez por un cuadro completo de varias personas en perfecto dominio de tiempos, técnicas y contenidos. Es una creación singular y específica de los andaluces y gitanos que junto a otros pobladores de esta tierra, sintetizaron las danzas autóctonas y las traídas de otros lugares en un estilo nuevo y a la vez deudor de los bailes ancestrales. Se ejecuta, como hemos dicho, con el acompañamiento y participación del cuadro flamenco integrado por las tres disciplinas.

El baile se ejecuta en un crescendo gradual hasta llegar al clímax. Ello le asemeja a una ceremonia iniciática pues comienza con el acompañamiento testigo de la guitarra y el cante siguiendo su camino de expresividad total en el movimiento y la plasticidad del cuerpo hasta llegar al momento álgido, como al éxtasis comunicativo sin más adorno que el propio movimiento.

La exigencia de mantener la estructura rítmica ha de ser escrupulosa, los movimientos evolucionan en sincronía con el acompañamiento. A veces estos movimientos son más rápidos, otros más elásticos y otras muy definidos y marcados como “La escobilla y el silencio”, que son dos movimientos antitéticos.

La escobilla es una parte esencial del baile que corresponde al zapateado y taconeo de pies sobre el suelo o tarima. Constituye en sí mismo el momento de máxima concentración y fuerza rítmica de un baile.

El silencio es una parte del baile por alegrías, muy lenta en la que los movimientos de manos, brazos y cuerpo, en general, son los protagonistas, junto a determinados pasos, suaves y medidos,  sin las marcas del zapateado.

A principios del siglo XIX aparecen las primeras referencias a los bailes flamencos que se practican en Andalucía. En el libro “Escenas Andaluzas” de Serafín Estébanez Calderón, escrito en 1.847, hay un capítulo dedicado a la danza, cuyo título, “Un baile en Triana,”  cita los nombres de los bailes y de los personajes que lo bailan.

Algunos de estos bailes son: el fandango, el bolero, las seguidillas, el vito, malagueñas, los panaderos, y algunos más.

Debemos decir con rotundidad que para bailar bien la música flamenca hay que ser muy aficionado al cante, hay que emocionarse con los cantes, con lo que expresan sus letras y sus decires y transformarlo en movimiento comunicativo. Los ritmos entrarán solos y, si existe empatía harán volar al bailaor/a y quizá entusiasmarán al público.

El flamenco tiene unas determinadas estructuras formales: cada palo posee unas características melódicas, rítmicas y armónicas que permiten a los cantaores, bailaores y tocaores ejecutarlos juntos aunque no se conozcan.

El baile es una prolongación del cante, y por consiguiente se tiene que ajustar a la plasticidad del estilo que se interpreta, adecuándose a su ritmo y elasticidad.

El atractivo que provoca el baile, por su plasticidad visual le hace más asequible para el público menos versado o introducido, pues a la par que entra por el ojo, lo hace aún más hondo por el oído, aunque no lo parezca, activando así los mecanismos de la sensibilidad y la emoción contemplativa.

La diferencia entre el baile de los hombres y el de las mujeres viene de antiguo; el  hombre suele bailar con el torso erguido, mueve los brazos manteniendo las manos sin apenas movimiento y ejecuta abundantes zapateados con sonidos marcados, vibrantes, llenos de ritmo y cadencia sobre el suelo, normalmente sonoro. A la mujer le caracteriza un mayor dinamismo en sus desplazamientos, contorsiones y recuentes flexiones y arqueos del torso. Las manos suelen componer maravillosas figuras y formas que acompañan.

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