Cante
La esencia del flamenco es el cante, que constituye una forma de interpretación vocal donde predomina su carácter melismáticos e improvisatorio, tan es así que no se podría entender esta música sin la intervención de la voz; es más, la voz es, en origen, solista e instrumento de sí misma y hasta la aparición de la guitarra se bastaba sola o con la ayuda de los nudillos o las palmas para interpretar. Ella misma debe ser capaz de producir sentimientos, melodías y armonía para comunicarse con el público.
Con pocos elementos formales, mucha libertad cabalgando sobre distintos ritmos o en cantes sin ritmo predeterminado y desenvolviéndose en armonía, se hacen los cantes. Porque los cantes siempre se tienen que hacer, por así decirlo, de nuevo cada vez.
En su forma más implantada, está formado por una sucesión de tercios que tienen unas melodías establecidas y unos ritmos marcados según el estilo que se interprete y sobre esa melodía matriz cada artista armoniza su timbre de voz, su caudal pulmonar y su rajo personal dejando su impronta y su estilo.
El cante nace de la voz popular con todo su abanico temático y poético, la vida, la muerte, el dolor, la separación, el gozo… transmitido por los intérpretes en un acto comunicativo en el que se pretende hacer sentir la intensidad de las propuestas y se interiorizan e intensifican por parte del público según el talento persuasivo del artista.
El cante es fundamentalmente de carácter individual. Lo ejecuta un cantaor con la ayuda de una guitarra o unas palmas y se dirige a un público individualizado al que intenta transmitir emociones y sentimientos y lo mismo da que sea un solo testigo que miles, aunque las mejores condiciones suelen darse en reuniones pequeñas y en ámbitos de cercanía.
Existe también el cuadro flamenco como una representación completa de este arte, cantaor o cantaores/ as, guitarristas, bailaores/as, etc., reunidos para el mismo objetivo, pero en esencia actúan como un solo intérprete, al uníxono y con el mismo objetivo a diferencia de un grupo coral.
El cante emplea sus propias melodías vocales que le permiten diferenciarlo de otras estéticas musicales: El comienzo Anacrúsico es muy frecuente en los estilos flamencos. Consiste en acceder a la parte importante del ritmo a través de una incor- poración suave, de menos a más. Otra forma de efectuar el cante es con una interjección, un ¡ay! que se inicia por abajo y va ascendiendo el tono.
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